¿Quién no se ha ruborizado alguna vez en su vida? Casi todos, en algún momento determinado hemos sentido como un intenso calor recorría nuestro cuerpo hasta manifestarse de forma evidente ante los demás en nuestras mejillas.
La mayoría de las veces que nos ocurre esto, puede ser por vergüenza o timidez ante alguna situación de la vida cotidiana como tropezar en la calle, confundir al saludar el nombre de un conocido, ser el centro de atención en una conversación,….
La timidez es una característica que habitualmente todo el mundo tiene y la disimula mejor o peor. Todos tenemos miedos a alguna cosa, unos a los perros, otros a las arañas, otros a volar, otro a hablar con sus jefes etc, todos estos y muchos más son miedos normales pero pueden llegar a ser un verdadero problema si son tan grandes que nos paralizan y no nos dejan actuar como nos gustaría; es aquí cuando la timidez excesiva se convierte en un problema, ansiedad social o fobia social.
Podríamos definir la fobia social como una timidez excesiva caracterizada por un miedo intenso y una ansiedad exagerada y persistente a enfrentar algunas situaciones sociales como hablar en público, interaccionar con los demás o simplemente ser observados en alguna situación hasta el punto de que esto interfiera en la vida diaria de quien lo padece.
La fobia social es mucho más común de lo que se cree pero también es posible lograr acabar con ella con la terapia adecuada, posiblemente el paso más difícil para la persona que la padece es ponerse en manos de un profesional.