Las definiciones actuales del sueño implican una gran diversidad de factores psicológicos, conductuales, fisiológicos, farmacológicos, etc. de este modo podríamos definir el sueño como un estado funcional reversible y cíclico, con unas características específicas:
Ausencia de movilidad, cambios orgánicos en el sistema nervioso y cambios en la actividad intelectual provocados por el soñar.
Cuando nuestro sueño se ve alterado ya sea por exceso o por defecto, todas nuestras actividades de la vida cotidiana también se ven alteradas, convirtiéndose en un problema al que si no ponemos remedio puede trastocar nuestra eficacia.
La clasificación actual de los trastornos del sueño incluye tres categorías:
1. Disomnias:
Trastornos de iniciación y mantenimiento del sueño, trastornos de somnolencia excesiva y trastornos asociados con el ritmo circadiano (cuando el sujeto duerme).
2. Parasomnias:
Trastornos del despertar, trastornos de la asociación sueño-vigilia.
3. Trastornos asociados con alteraciones médicas y psiquiátricas.
Para poder tratar una alteración del sueño es importante indagar en los hábitos que han desarrollado las personas para dormir.
Existen cuatro preguntas indispensables que son:
¿Cuándo duerme?
Hay que localizar cuando se produce el sueño dentro de las veinticuatro horas que tiene el día.
¿Cómo duerme?
Hay que tener en cuenta diversos parámetros para contestar a esta pregunta, como el tiempo que tarda en quedarse dormido, tiempo total de sueño, la edad, la necesidad de sueño que tiene esa persona, etc.
¿Qué hace para dormir?
Se deben tener en cuenta todas las conductas desarrolladas por la persona para facilitar o inhibir el sueño.
¿Dónde duerme?
Se debe recabar información sobre el ambiente en el que el sujeto duerme, temperatura, ruidos, luz, tipo de cama, etc.
Cuando tratamos las alteraciones de sueño, previamente, hay que descartar las alteraciones médicas o neurológicas, y poder centrarnos en alteraciones de tipo psicológico. Las técnicas más importantes en el tratamiento del sueño son las siguientes:
1. Técnicas de relajación:
Estas técnicas se suelen aplicar a casos de insomnio, pues se sabe que entre las causas de este trastorno se encuentran la activación somática, la activación emocional, y la ansiedad.
2. Técnicas cognitivas:
Este tipo de técnicas se recomienda en pacientes con dificultades para conciliar el sueño, pues se presupone que una de las causas de este trastorno son las cogniciones o ideas no deseadas a la hora de dormir. Estas técnicas intentan neutralizar o disminuir la ocurrencia de estos pensamientos.
3. Intención paradójica:
Esta técnica consiste en que el paciente recibe instrucciones para que realice actividades opuestasžrespecto al objetivo habitual de quedarse dormido.
4. Reducción del tiempo de cama:
Se establece el tiempo que se pasa en la cama en función de lo que duerme el paciente.
El arreglo del estilo de vida también es un factor muy importante a la hora de elaborar un tratamiento para la superación de las alteraciones del sueño ya que en muchos casos los factores ambiéntales y los hábitos de la vida cotidiana son los que empeoran la calidad del sueño.
Los factores y los hábitos que hay que tener en cuenta son los siguientes:
• Acostarse sólo cuando se tiene sueño.
• No utilizar la cama para actividades distintas al dormir (salvo la actividad sexual).
• Establecer una serie de hábitos que anticipen la hora de dormir.
• Si se es incapaz de dormir, hay que levantarse.
• No dormir la siesta.
• Levantarse aproximadamente a la misma hora cada mañana.